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lunes, 19 de marzo de 2012

CRISTO NOS FORTALECE!!

"Y como queréis que hagan los hombres con vosotros, así también haced vosotros con ellos" (Lucas 6:31)


     En esta hora te hago una pregunta, para la cual pido seas muy sincero:
¿Has tenido o tienes algún enemigo? Es probable que la mayoría responda: ¡sí!; aunque solo sea en pensamiento.
     
     Ahora bien. ¿Qué es un enemigo?
     Definición de diccionario: "El que tiene mala voluntad a otro y le desea o hace mal". En otras palabras, es una persona que nos desprecia, nos detesta, nos desea el mal, que siente un odio visceral hacia nosotros y que se enfada cuando hacemos algo bueno por ella. Hagamos lo que hagamos, nos odia.
     
     Jesús enseñó que, los enemigos son los que nos ultrajan, nos amenazan, nos insultan, nos persiguen, nos calumnian, e incluso, llegan a agredirnos. Por eso las palabras de Jesús son tan difíciles de entender: "Pero yo os digo Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os odian y orad por los que os ultrajan y os persiguen" (Mateo 5:44). Sus palabras se oponen totalmente a lo que dice nuestra cultura. El mundo dice: "¡No seas tonto y paga con la misma moneda!", en otras palabras... "Ojo por ojo , diente por diente". Sin embargo, Jesús dijo: "No hagas a los demás lo que no quieres que te hagan" (en palabras más actuales), versículo que se encuentra al principio de esta reflexión. 
     
    Este texto se conoce como la "Regla de oro". La regla del mundo es la venganza y el odio. Pero como hijos e hijas de Dios, tenemos una regla superior. Si las personas nos provocan, no debemos responder a su provocación. Si nuestros enemigos nos persiguen, insultan, calumnian y nos ultrajan, no hagamos lo mismo con ellos.
    
    Lo que Dios nos plantea es, como una cumbre difícil de escalar, igual y recuerden que "difícil" no significa que sea "imposible". Al orar me gustaría decir: "¡Señor!, ¿cómo puedes pedirme que ame a mis enemigos?". Y la verdad es que, solo con nuestras fuerzas no basta, solos no podemos, nos es imposible. Necesitamos la ayuda del señor. Reconocerlo esto, es un gran paso.
    La naturaleza humana es egoísta, y por eso, nos cuesta amar al prójimo. Jesús no vino a este mundo para que nosotros no tuviéramos enemigos, sino para enseñarnos como tenemos que relacionarnos con ellos.


    Sin embargo, la meta está a nuestro alcance cuando sabemos que "todo lo <podemos> en Cristo que <nos> fortalece" (Filipenses 4:13)    
    



     

viernes, 16 de marzo de 2012

AMAR ES CUIDAR!!

"Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os odian y orad por los que os ultrajan y os persiguen" (Mateo 5:44)

    LOS HISTORIADORES nos hablan de un personaje llamado Dirk Willumsoon que se convirtió al protestantismo. Como resultado de ello fue condenado a ser torturado hasta la muerte. De alguna manera pudo librarse y empezó a correr para salvar su vida.
    Un soldado fue tras él. Corrió, hasta que finalmente llegó a un gran lago. El lago estaba helado. Pero el hielo era débil, porque el invierno estaba llegando a su fin. A Willumsoon no le quedaba otra salida. Decidió correr por el hielo. 
    Mientras corría el hielo del lago comenzó a resquebrajarse. Pero no se detuvo. Quería evitar la terrible muerte que le esperaba si era capturado. A grandes zancadas avanzó hasta que, con gran esfuerzo, pudo saltar a la orilla. Mientras recuperaba sus fuerzas para seguir corriendo, oyó un grito de terror a sus espaldas. Se dio vuelta y vio que el soldado que lo perseguía había caído al agua y luchaba para poder aferrarse al hielo. No había nadie cerca para poder ayudarlo, solo Dirk.
    Aquel soldado era su enemigo. Dirk pudo haber seguido corriendo y dejado el soldado atrás. Pero cuenta la historia que, arrastrándose con cuidado por el quebradizo hielo alcanzó al soldado, lo sacó del agua helada, y tirando de él lo acercó a la orilla.
    
    Dice la palabra de Dios, en Juan 5:13, "Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos". Por los amigos podemos entenderlo... Pero, y ¿los enemigos? Recordemos lo que la palabra de Dios dice al comienzo de esta reflexión en (Mateo 5:44).
    Para aquel que se dice seguidor de Cristo, amigo o enemigo, es lo mismo.


    Amar a nuestros enemigos no es fácil. Porque no es fácil que cuando una persona nos ha dañado, o herido en alguna forma, podamos volver a tener relación con ella, pues nos sentimos dolidos, frustrados, enojados, si se quiere, pero recordemos lo que la palabra de Dios, habla acerca del perdón (Mateo 6:12) "Perdónanos nuestras deudas, como nosotros perdonamos a nuestros deudores", y más adelante en los versículos 14 y 15: "Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a nosotros vuestro Padre celestial; mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas".
    
    Amar a nuestros enemigos, tampoco significa que vamos a ser sus mejores amigos, sino que anhelamos su bien y oramos por ellos. 

    He aquí un secreto: Si hacemos esto, hay muchas posibilidades de que esa persona en poco tiempo, ya no se sienta enemiga nuestra, y por ende nosotros tampoco lo sentiremos.
    

jueves, 8 de marzo de 2012

¿SUMISIÓN O ACEPTACIÓN?

"El hacer tu voluntad, Dios mio, me ha agradado, y tu ley está en medio de mi corazón" (Salmo 40.8)

    Vengo cuidando niños desde que tengo 8 años, y en todo ese tiempo pude ver algo que, luego, hablando con especialistas: psicólogos, médicos, maestras jardineras, profesores, etc.,  me explicaron a detalle.
    Hay una cierta edad, que si mal no recuerdo abarca entre los 2 y 3 años de edad, en que los niños empiezan a cuestionar a todos quienes los rodean, y una de las preguntas más conocidas es: y... ¿por qué?. Llega un cierto punto en que uno de tanto escuchar el y... ¿por qué? reiterativamente, termina respondiendo: "¡Porque sí!, o ¡Porque lo digo yo!".
    Ya uno siendo más grande, etapa adolescencia digamos, en ciertos casos, hace la misma pregunta, y aún así, siendo otro el entendimiento, la respuesta sigue siendo la misma. Pero en realidad, los adolescentes no quieren escuchar la explicación de por qué no puede hacer tal cosa o tal otra. Sino que se hacen ideas de las causas de la negativa, y preguntar ¿por qué?, pasa a ser una maniobra para desviar la atención, quejarse o alargar la discusión tanto hasta que se les ocurriere una buena razón para obtener un sí. Un combate entre ambas voluntades.
     Del mismo modo en la vida cristiana siempre habrá una tensión, y a veces una contradicción, entre nuestros deseos y la voluntad de Dios. Él mismo nos revela la causa: "Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos ni vuestros caminos mis caminos (...). Cómo son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos y mis pensamientos más que vuestros pensamientos" (Isaías 55: 8-9).
    Por su propia naturaleza el pecado está en contradicción con la voluntad de Dios. Nuestro instinto nos mueve a ser "respetables" pecadores, mientras que Dios desea que seamos santos y obedientes. Con todo, ¿es la mera sumisión el objetivo más elevado al que podamos aspirar? someterse significa que nos rendimos, sucumbimos, capitulamos o cedemos. Aunque someterse no es lo mismo que revelarse, tampoco tiene que equivaler a cooperar.
    Si bien Dios acepta nuestra rendición a su voluntad, su deseo es que vayamos un paso más allá y, además de someternos a su voluntad, la aceptemos. La sumisión a la voluntad de Dios es un acto pasivo, mientras que la aceptación implica una acción. Una persona bien podría someterse a la voluntad de Dios y, a la vez detestar todo lo que Él hace en su vida.
  
 Puede haber ocasiones, especialmente en tiempos de prueba y dificultades o cuando no entendamos el porqué, en las que es mejor rendirse y someterse a la voluntad de Dios. El mismo Jesús llegó a esta situación en Getsemaní (Mateo 26:39). Su petición fue: "Padre mío, si es posible, pase de mi esta copa". Pero acto seguido añadió: "No sea como yo quiero, sino como tú".
    
    

sábado, 3 de marzo de 2012

No se pude volver el tiempo atrás... Pero de poder hacerlo, ¿cambiarías algo?

"Afligíos, lamentad y llorad. Vuestra risa se convierta en lloro y vuestro gozo en tristeza" Santiago 4.9

    ¿Has deseado alguna vez, regresar al pasado, enmendar palabras que lastimaron a otros; corregir errores que cometiste y las decisiones equivocadas que tomaste; y borrar esos momentos en que te sentiste desalentado o abandonado/a por Dios?
    Si hay algo que es muy cierto, es que no se puede volver al pasado y revivir momentos anhelados. Pero si se pudiera, ¿haríamos lo mismo? La verdad, en lo personal creo que es que por más que digamos que sí, no lo haríamos e incluso, cometeríamos los mismos errores, lastimaríamos a las personas y tomaríamos decisiones equivocadas.


    ¿Por qué? Porque somos así, está en nuestra naturaleza. Pero Jesús vino a cambiar nuestra vida de manera sobrenatural.
    Jesús dijo: "Bienaventurados los que lloran", es decir: "Bienaventurados los que se sienten tristes, no por lo que le ha ocurrido, si no por como trataron a los demás". He notado que es más natural ser orgulloso y egoísta que humilde y amable. Incluso, es posible que una persona diga que lo lamentó sin haberlo lamentado en absoluto. Es lo mismo que pisar el pie de alguien y, de manera mecánica, decir:  "Lo siento", al tiempo que se piensa "No fue mi culpa. Vos te me atravesaste". 
    Si reacciono así, me entristezco. A veces me gustaría gritar: ¡Dios se propicio a mi, pecador! (Lucas 18.13)
    
    Creo que eso fue lo que Dios quiso decir con: "Bienaventurados los que lloran". Si no reconozco lo mucho que lo necesito, seré siempre lo que fui: un pecador que comete siempre los mismos errores.
    Cuando el Espíritu santo nos convence de pecado, nuestro corazón llora. Llorar significa de que cada día nos damos cuenta de que necesitamos a Jesús. El único que puede quitar la mancha de pecado es Jesús.
    A menos que lloremos por nuestros pecados los cometeremos una y otra y otra vez. Sin embargo, Jesús nos ha prometido que él nos consolará. No podemos volver a vivir el pasado, pero si podemos proseguir a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios, en Cristo Jesús señor nuestro (Filipenses 3.14)
    Quizá suene extraño, pero esta bienaventuranza nos recomienda entristecernos como único modo de recibir consuelo.
                                                                           Dios les bendice! 

jueves, 1 de marzo de 2012

¡El amor no es una buena parte de nuestra vida; es la más importante!

  El sentido del AMOR es:aprender a mar a Dios y a las personas!! 
"Jesús le dijo: Amarás al señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo." S. Mateo 22:37-39
     Dios nos manda a hacer del AMOR una prioridad, porque es eterno.
"El AMOR nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará... Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el AMOR, estos tres; pero el mayor de ellos es el AMOR" 1 Corintios 13. 8 y 13.
     El mejor regalo que le podes dar a alguien es tu tiempo, porque una vez que se va no vuelve.
    El AMOR se concentra tanto en la otra persona, que por un instante uno se olvida quien es.
    El mejor uso que le podes dar a la VIDA es: AMAR; la mejor expresión de AMOR: el TIEMPO; El mejor MOMENTO para amar es : AHORA!!
¿Por qué este es el mejor momento para expresar nuestro AMOR?
  - Porque no sabemos por cuanto tiempo tendremos a los que están a nuestro lado.
     -  Las circunstancias cambian;
  - Las personas se mueren;
  - Los hijos crecen;
  - No hay garantías para el mañana!!



  Te reto a que en este tiempo, digas a todas aquellas personas que tengas a tu lado : ¡Te amo!; ¡Te quiero!; ¡Te necesito!; ¡Sos muy importante para mi!
    A las personas que has lastimado, pídeles disculpas, si puedes cara a cara, o como sea!!
    Abrázalas fuerte y luego vete!! Si te perdona o no, sabe en su interior porque, pero sácate ese peso de encima, no te quedes con nada!!
   No dejes para otro día lo que puedas hacer hoy, no vaya a ser que esa persona mañana falte y te quedes con todo lo que quisiste decir y no dijiste...
"El momento es AHORA... HOY... NO ESPERES MÁS".